J.K. Rowling o Joanne Kathleen Rowling
En Winterbourne las niñas hicieron amigos entre el vecindario; uno de ellos se llamaba Ian Potter; Joanne era aficionada a adoptar nombres extraños para los protagonistas de sus novelas, muchos años después Joanne tomó prestado ese apellido para dar vida a su famoso personaje.
Pero el feliz cambio tuvo su contrapartida en los problemas en la nueva escuela a la que asistieron las Rowling y que acabó por convertirse en un tormento para la mayor de las hermanas, quien recordaría durante años a su odiada profesora Mrs. Morgan, hasta el punto de trasladarla a sus novelas y hacer que encarnara a uno de sus malévolos personajes.
La pecosa, estudiosa y bastante insegura «gafotas» Joanne, según su propia definición, creció y dejó la escuela primaria de Tutshill para entrar en la de Wyedean, donde empezó a interesarse por los idiomas, pronto destacó también por su afición a contar historias a un reducido círculo de amigos, quienes escuchaban con atención la narración de largos relatos en los tiempos del recreo.
Una vez graduada en Wyedean, Joanne K. Rowling se matriculó en la Universidad de Exeter, donde, siguiendo el consejo paterno, estudió francés con el propósito de encontrar después un buen trabajo como secretaria bilingüe y con los títulos de lengua y literatura francesas, se trasladó a la sede de Amnistía Internacional en Londres para realizar un trabajo de investigación sobre las violaciones a los derechos humanos en el África francófona.
En 2009, J.K. Rowling fue demandada de plagio por los familiares del escritor difunto Adrian Jacobs, autor de "The Adventures of Willy the Wizard" y un par de años más tarde un juez federal de Nueva York desestimó el caso.
En 2001, el príncipe Carlos le otorgó la Orden del Imperio Británico.
La escritora británica Joanne Kathleen Rowling se hizo célebre con su serie de novelas dedicadas a las aventuras de Harry Potter, uno de los mayores fenómenos literarios de la historia. Las peripecias de un niño huérfano con poderes mágicos capaz de evadirse a voluntad a un mundo de fantasía consiguieron batir todos los récords de ventas en la literatura del género, aunque muchos críticos se mostraron reacios a encasillar los libros de Rowling como cuentos para niños, como ocurriera con el famoso Tom Sawyer de Mark Twain.
La persona que hizo posible que muchos niños y adolescentes prefiriesen leer un libro a pasar las horas muertas delante del televisor es una tímida británica que se propuso escribir siete entregas de la serie, que equivalen a los cursos que el protagonista debe superar en la escuela de magia y hechicería a la que asiste cuando se escapa de la horrible realidad cotidiana en casa de sus mezquinos tíos.
Según algunos críticos literarios, la autora logró crear en sus novelas una inquietante atmósfera atractiva a los ojos de lectores de muy diversa condición y edad, a partir de influencias reconocibles en los libros de escritores británicos como Enid Blyton, Richmal Crompton o Roald Dahl. Pero, paradójicamente, ella misma afirmaba que nunca pretendió escribir fantasía y que la idea le surgió a partir de sus propios recuerdos de la infancia. Prácticamente desconocida y con problemas económicos en la primera mitad de la década de los noventa, cuando vivía de una modesta pensión como desempleada, J. K. Rowling se convirtió en una mujer rica y popular en Europa y sobre todo en Estados Unidos, donde multitudes de niños acompañados por sus padres soportarían largas colas en las librerías para hacerse con las últimas aventuras del pequeño mago.
Daniel Radcliffe interpretó el papel de Harry Potter en todas las películas, creciendo con el personaje
Harry Potter y la piedra filosofal, primera entrega de la serie, fue llevada al cine en 2001
Tras este breve período de formación empezó a trabajar como secretaria, pero pronto descubrió que el orden y la rutina no iban con ella. Varias experiencias frustrantes en diferentes empresas, unidas a la triste desaparición de su madre, enferma de esclerosis múltiple, la llevaron a dejarlo todo a los veintiséis años y a abandonar el país con la intención de enseñar inglés en el extranjero.
En Lisboa disfrutó enseñando su lengua materna a alumnos portugueses y tuvo bastante tiempo para escribir, su verdadera vocación. Allí conoció y se enamoró de Jorge Arantes, un periodista de la televisión portuguesa con el que contrajo matrimonio en octubre de 1992 y con quien, un año más tarde, tuvo una hija a la que llamó Jessica «en honor a una brigadista británica que había luchado en la guerra civil española», según afirmó en una entrevista. Pese al feliz acontecimiento, el matrimonio no prosperó y pronto acabó en divorcio.
Madre de una niña pequeña y sola en un país extranjero, en 1996 Joanne decidió regresar a Gran Bretaña y se instaló en la ciudad escocesa de Edimburgo, cerca de su hermana Dianne, donde llegó con la firme intención de acabar y publicar una novela sobre un tal Harry Potter, personaje infantil con poderes mágicos, cuyas andanzas había imaginado bastante tiempo atrás durante un interminable viaje en tren entre Manchester y Londres.
La tenaz profesora de francés pasó muchas tardes de su vida escribiendo «para sí misma» en un cálido café próximo a un pequeño apartamento sin calefacción en el que malvivía con su hija. Finalmente, la infatigable novelista logró una beca del Scottish Arts Council que le permitió concluir, cinco años después de empezada, la que entonces era la obra de su vida: Harry Potter y la piedra filosofal.
Recorrió sin éxito con la copia mecanografiada por ella misma editoriales del prestigio de Penguin y Harper Collins, hasta que en 1997 consiguió por fin que la prestigiosa firma británica Bloomsbury publicara el libro. Pocos meses después, Scholastic Press compró los derechos de la novela para Estados Unidos, por una suma superior a los 14,5 millones de pesetas, una cifra muy importante para un libro infantil. Rowling empezó a ser popular en su propio país, y durante los primeros meses se vio ampliamente superada por la situación, sin poder escribir ni una sola línea.
A punto de acabar el segundo libro de la serie, entró en una fase crítica y llegó a pensar que estaba escribiendo "basura", según confesaría tiempo después en una entrevista.
La publicación de su primer libro, firmado con las iniciales J. K. por consejo de los editores, recelosos de que los niños no quisieran leer un libro sobre un chico escrito por una mujer, supuso un giro mágico en su vida.
Condecorada con el título de Oficial del Imperio Británico y convertida en la persona que ocupa el tercer lugar por volumen de ganancias en su país, según un listado de la prestigiosa revista Forbes, Joanne trató de mantener contra viento y marea su discreto estilo de vida.